jueves, 27 de marzo de 2014

CRÓNICA DOLOROSA Y VIEJA (FUERA DEL GHETTO VEINTE)


TODA EDAD SIRVE PARA LA MUERTE


Ayer nos dijo que tenía que llevar a su hermana mayor a Calabozo. Calabozo está lejos de Valencia. Es una ciudad enclavada en el fondo de la República Bolivariana de Venezuela.

Hermano, le dijimos,  son muchas horas de carretera, hay mucha revoltura, un peligro infinito es el viaje que quieres dar, convence a tu hermana que espere unos días. 

Se fue al encuentro de la muerte. Derechito a la  eternidad camina el pobre humano cuando le toca. Una alcabala de la Guardia Nacional, dos camionetas de piqueteros que intentaban detener el tráfico de la autopista, se discute, crece el calor y llega la violencia. 

 

El auto del amigo y una buceta llena de pasajeros quedan en medio de la disputa. Una bomba lacrimógena, perdigones, pistolas ocultas disparan contra la tarde clara y una bala oscurece para siempre el brillo cansado de los ojos de Antonio, el gallego,  que cargaba con su hermana rumbo a Calabozo.

 Muerto otro muerto. Este muerto es mio. Los muertos que le matan a uno el día impropio, la tarde inmediata, son muertos muy tristes, tan tristes que su angustia nos corta el aire y sentimos que nos ahogamos.

 En mi celular de palo me escriben un mensaje. En Barquisimeto le pegaron candela a un CDI. Una vecina del establecimiento de salud patea  las puerta y grita. Rompen vidrios de las ventanas y se despierta al residencial entero. Son las tres de la mañana. Los médicos, las enfermeras, los pacientes  ya no duermen. 

Se quema parte de la instalación. Desordenadamente, oportunamente logran evacuar a todo el personal y no hay heridos.

En los últimos tres días han quemado una sede universitaria, decenas de ómnibus de transporte  estudiantil, una gandola de gasolina junto a mi hijo Rogito que se salva de vaina, porque no le tocaba.

Ayer un sin alma mató a una señora con siete meses de gestación que se escondía en una acera, junto a otras personas inocentes, que trataban de evitar la plomamentazón que había surgido entre oficialistas y opositores.

 Yo no tengo experiencia que me ayude a soportar el rostro de la muerte inocente. Toda mi juventud y mi primera madurez transcurrieron inmersas en un mar de violencia. Íntimamente nos llenaba de orgullo saber que estábamos fajaos contra los americanos.  Nosotros éramos David, ellos eran Goliat. Ellos eran los asesinos  de Conrado Benítez y Lantigua,  nosotros éramos maestros y milicianos.

Cuando Girón hubo muertes de inocentes, pero fueron mis inocentes y los invasores eran los matarifes que destrozaron la madrugada de la Ciénaga de Zapata.

En esta guerra  --he dicho la palabra prohibida-- los inocentes donan más sangre que los implicados. Primero no me gustaba que estudiantes estuvieran luchando contra policías y guardias vestidos de un amarillo parecido al otro amarillo de mi niñez y primera juventud. 

Los estudiantes de mi memoria bajan la Escalinata de la Universidad y son agredidos salvajemente por los policías azules y gordos de Batista.

En la acera, sosteniendo su pierna herida, Camilo mira al futuro y entra en la historia de mi Patria.

 Ha pasado un mes de lucha. La ceniza de los incendios flota en la atmósfera de Valencia y otras diez ciudades de Venezuela. Los estudiantes han sido sustituidos, poco a poco por pistoleros organizados y mal dirigidos. Esta guerra ha perdido su inocencia. Quemar un CDI repleto de amor, en la madrugada, ensucia toda inocencia.

Será que me tocaron la sangre buena y martiana de mi gente isleña. Ellos no saben que un león de melena brillante acecha desde la entrada de la cueva. Dentro duerme la hembra, descansan los cachorros. Les conviene cazar en otra sabana, junto a otro río.

 

Los que visitan la selva deben saber que toda edad sirve para la muerte.



moya

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2014































viernes, 21 de marzo de 2014

UN TOQUE DE MELANCOLÍA.


Me gustó el título y luego me gustó la novela. Verosimilitud a manos llenas. La imagen fotográfica que nos rodea y nos invade cuando leemos. Pareciera que estamos en la sala de  un cine y que Germán Piniella nos cuenta, al oído,  una escena tras otra de  UN TOQUE DE MELANCOLÍA.

 

Estamos en presencia de una novela policíaca cubana. No toma prestados los diferentes elementos de la herencia literaria de la novela negra. Sus componentes son genuinos.

La gente del país Cuba es gente viva, sin esquemas. La Señora del Comité de Defensa de la Revolución no es una informante traicionera de los cuerpos de seguridad del estado con dientes afilados comedora de niños;  ni es una heroína de acero inoxidable defensora de la pureza incorruptible del hombre nuevo. No.  Es una señora que adora hacer el bien y que se preocupa por el almuerzo de su esposo y siente temor ante la posibilidad de faltar a sus obligaciones hogareñas.

Algo similar sucede con los investigadores o los agentes del orden. Razonan, una veces bien, otras mal. Y un dato muy interesante, los agentes y la policía intervienen al final, en menos del último tercio de la novela

En resumen, esta obra  se distingue porque respeta al lector, respeta su inteligencia. La buena realidad es más subyugante que la imaginación.

Verosimilitud e imaginación creadora, he ahí la fórmula para alcanzar la excelencia en literatura.


En Castellano es difícil encontrar buena  narrativa  policíaca. No quiere decir que estemos secos, no, digo que el río no es de gran cauce. Los maestros están en Inglés. Es mi criterio. Encontrar y leer una obra en Español y escrita por un isleño, agradable, muy bien escrita, genuina, fue para mi una sorpresa.


Por ello recomiendo la lectura de UN TOQUE DE MELANCOLÍA. Llamo la atención de mis lectores sobre el mosaico variado de críticas que se ha ocupado de esta obra reciente.

 

Víctor Joaquín Ortega, periodista, poeta, comentarista deportivo de mucha experiencia le dedica una sorprendente crónica en su columna habitual y califica la novela de  "un batazo de cuatro esquinas", agregando luego seis o siete términos deportivos laudatorios que deben haber ruborizado a Piniella.

 

El crítico y escritor Hugo Luis Sánchez califica la novela así: "...con seguridad (se refiere a Un toque de melancolía) se encuentra entre las mejores novelas policíacas que se han escrito en Cuba hasta el presente".

 

El escritor, ensayista y editor Eduardo Heras ha dicho: Un toque de Melancolía no es sólo una excelente novela policíaca, es sencillamente, una excelente novela.

Y este  respetado ensayista y crítico señala en otra parte,  que la novela está llena de buen humor, y  remarca  esta característica como un elemento genuino que aporta distinción y exclusividad a la obra.

 

Francisco López  Sacha ese exquisito analista cubano -además de buen escritor- comenta la novela de Piniella pormenorizadamente. Separo este párrafo para ustedes: 

Hay por lo tanto una inmersión en el mundo europeo; en el mundo de un extraño consorcio alemán que se dedica al tráfico ilegal de obras de arte. Y al mismo tiempo, la inmersión en el mundo social cubano. Aquí es donde creo que la novela  brilla extraordinariamente. No sólo por el uso del lenguaje popular, no sólo por la ambientación precisa de esta ciudad, sobre todo de La Habana Vieja, sino por el estilo y la concisión con que logra presentar una extensa galería de personajes, y también por la manera en que el narrador está contando este relato.

 

Leer con placer y disfrutar el placer de leer es, a mi juicio, una de las maravillas que nos regala la intimidad. En la intimidad el humano ejercita la libertad casi a plenitud. Las buenas novelas, cuentos, ensayos adornan la intimidad y dan placer. Leer, aun hoy,  inmersos en el mundo de la electrónica y el lenguaje visual, es de las mas útiles y bellas conquistas del género humano.


Lean UN TOQUE DE MELANCOLÍA. Léanla toda, de cabo a rabo, de principio a fin, porque esta historia sobre un grabado de Durero, titulado  MELANCOLÍA  2, es una genuina historia de intrigas, enigmas y elucubraciones que va a enriquecer su intimidad.

 

 

moya

valencia

2014

 

 


































jueves, 20 de marzo de 2014

AYÚDANOS SAN JOSÉ, AYÚDANOS. (DIECIOCHO)



OTRA VEZ AL CAMINO. EL VIEJO Y TRILLADO CAMINO



María salió a las 11 de la mañana con su perrita Juno. Los animales miccionan  y defecan cada día. Los dueños sacan a sus mascotas para que orinen y caguen todos los días. 

María sale a las 11 de la mañana con su perrita y pasea frente al edificio donde vivimos. Dos motobanquistas se detienen y le preguntan por una dirección. Ella, cristiana de dar, dice la solicitada dirección. Uno de los malandros la aprisiona por detrás y la empuja contra un muro. El otro malandro le arranca la cadena con su dije. La cadena se clava en la piel del cuello antes de reventar por el eslabón más débil, como toda buena cadena debe hacer.

Otro empujón para que pierda el equilibrio. El dolor en la espalda y los brazos. El verdugón del cuello con su ardor creciente. El miedo y la cólera.

"Me asaltan, auxilio, malandros, no me empujes cabrón. Ladrones por eso hay que seguir haciendo guarimbas y barricadas. Vagos, cabrones voy a llamar a la policía..."

María ha gritado y se ha rebelado hasta el límite de sus fuerzas. Su cólera infinita no le llena la boca de insultos sustanciosos, bien  soeces. Nunca dice malas palabras. Carece de la práctica necesaria para ofender con eficacia a un ladrón drogadicto hijo de puta.

Ella ha tenido la rapidez necesaria para discernir que no debe sacar su blackberry de última generación. El celular está oculto en un bolsillo trasero del pantalón que carga.  Si exhibe el teléfono comete un grave error, porque le arrancan la mano y hasta la matan.

Los ladrones se alejan en su moto. María está rodeada por el silencio de la media mañana. Su perra adorada no ha emitido ni un solo ladrido.

Los vecinos que viven en la avenida Pocaterra, los moradores de El Trigal, los habitantes dela ciudad de Valencia, los miles de millones que pueblan al mundo, las policías, los ejércitos,  los  centenares de dioses que habitan las moradas olímpicas, todos todos son inútiles testigos siderales.

 

Es la segunda vez que atracan a María en nuestro barrio. Las dos veces mientras vigilaba la micción y la defecación de su perrita Juno.

Su perrita ha sido responsable, quizás sin saberlo, de que le hayan robado varios miles de Bolívares en oro y piedras. Le han robado también buena parte de su historia, un trozo de sus recuerdos familiares, muchos símbolos de el cariño de su padre, su madre, el marido, sus seres queridos.

 

En un contra sentido frustrante, Rogito y yo nos alegramos hasta las lagrimas porque los malandros no le hicieron daños irreparables, vaya,  que no le dieron un balazo o dos o tres o cuatro balazos,  según el nivel de droga que tuvieran durante el asalto.

 

Que  frustración y pérdida del amor propio y el orgullo humano ha de tener una sociedad,  donde sus miembros se alegran porque no los matan. Que me violen sí, que me roben mis pertenencias sí, que me ultrajen pasa, pero, por lo menos, que no me maten.

 

Fue el día de San José, dos días después de la caída de las barricadas luego de un mes de protestas. Un mes de muertos, destrozos, combates callejeros.

¿San José no sabe que hay un peo enorme en Venezuela?  Sus asesores o familiares no le informan de la crisis que estremece a Venezuela?

 

San José, compadre,  hace años protesta tu grey, inútilmente,   por la inseguridad en que vivimos,  cada día,  los corderos hijos de tu Señor.

 

San José, panita, hoy volvió a prenderse el peo por lo de el Alcalde de San Diego. La candela nos rodea y nos acosa el miedo. Vela por tu pueblo de San Diego, por el de Valencia. Mándale un rayito aunque sea a los malandros, a todos los malandros. Un mínimo rayito que los parta en dos.

 

Luego no quieren que uno grite y proteste.

Coño, compadre, es que no escampa.

 

 

moya

valencia 2014






























lunes, 17 de marzo de 2014

EL MUERTO ES INOCENTE (DIECISIETE)


EL CAMINO DEL OLVIDO

 

El oficial de la Guardia Nacional murió  como  consecuencia de las protestas en contra del gobierno de Nicolás Maduro. Mas o menos así escriben en el generador de caracteres de CNN en Español.

 

En la noche de ayer fue asesinado un oficial de la Guardia Nacional Bolivariana. Un disparo de un francotirador al servicio de las fuerzas fascistas acabó con la vida del combatiente en la ciudad de Maracay, estado Aragua, en la República Bolivariana de Venezuela.

De esta forma redacta su información el Canal Venezolana de Televisión, señal televisiva al servicio de la Revolución Bolivariana.


Quién mata y porqué, quién sale a la calle a manifestar y porqué, quién muere y porqué. Qué le han hecho a mi amigo y compañero de ideas y acciones y porqué. Los agresores de mi amigo son  mis enemigos.

Los amigos se quieren a pesar de sus defectos, no por sus virtudes  decíamos cada día en mi época universitaria.


Generalmente padecemos una predisposición a defender al más débil, al número  menor, al bando minoritario en la reyerta. Cuatro contra uno es un abuso. El tipo de seis pies de estatura y doscientas cincuenta libras es un abusador. Cincuenta perros de una manada, contra un búfalo solito, que se defiende sin la menor oportunidad de éxito.

 

La razón brilla por su ausencia. Discernir sobre la justicia y su lugar en la contienda no es obligación del espectador. El que narra lo sucedido huye de la lógica con asco y sumerge su corazón en el amor y la fidelidad debida a su compañero y amigo.

 

La razón es un arma temible contra las batallas humanas. Dos disparos de razón Calibre 45 mm son capaces de acabar con una buena guerra. 

 

Entonces, envueltos en las más diversas pasiones, defendiendo las más hermosas ideas, nos vamos llenando de heridas y de muertos.

 En honor de los muertos y para lavar su sangre gloriosa, combatimos al adversario con saña y nuevas heridas y nueva sangre lava los viejos ultrajes y fructifican y se multiplican los nuevos héroes llenos de odio al enemigo otro, ese que también sangra y combate con saña contra mi o contra el otro, así hasta el infinito.

 

De la mano de esta sin razón llegamos a el oficial muerto;  llegamos hasta el joven estudiante muerto; llegamos hasta el espectador neutral matado por error.

 

Definitivamente, en su inmovilidad, en su insensible quietud, a mi humilde entender, el muerto es inocente.

 

moya

valencia

2014

 

 

 

 








 








  


















sábado, 15 de marzo de 2014

CRÓNICA FUERA Y DENTRO DEL GHETTO (DIECISEIS)



SE ACABÓ EL GHETTO. LLEGARON LOS ALLANAMIENTOS.

 

El Señor Maikel y yo vamos a Maracay. Desde ayer tenemos muchos caminos nuevos en las viejas calles de El Trigal.

La Guardia Nacional, la Policía, brigadas de obreros de la alcaldía están trabajando desde la madrugada destruyendo las barricadas. Camiones y camiones de escombros van rumbo a los basureros.

 

Cuando la Alcaldía y la Gobernación eran de los Salas Romer los empleados vestían uniformes color amarillo.Las bolsas para almacenar los desperdicios eran amarillas. 

 Cuando el General  bolivariano Acosta Cárlez,  de cuyo nombre no quiero acordarme, tomó el poder,  los empleados de la Gobernación vestían uniformes color bermellón. Pintaron de bermellón las paredes y los muros de la casa del Gobernador. Los muros y las paredes estaban pintados de amarillo, el color del partido de los Salas Romer.  

 Cuando Parra, el ingeniero ladrón, ganó la alcaldía  los empleados fueron vestidos de rojo, rojos rojitos. Los carros y vallas de la alcaldía fueron pintados de rojo, rojo rojito. 

 Cocciola, de antecedentes italianos, ganó recientemente la alcaldía y los empleados visten uniformes de un color azul celeste simpático.

Por mi madre que parecen muchachos irresponsables en sus actuaciones y comportamientos grotescos y tontos. Dios los perdone, yo no puedo.


Han levantado las guarimbas y las barricadas principales. Podemos circular con cierta facilidad. Escucho la fricción de los cauchos sobre el asfalto porque renace el tránsito automotor. 

Por cierto, han desaparecido las motos, las de la oposición y las del gobierno. Pongo atención y no escucho disparos o explosiones.


Estábamos en Maracay,  escribí ya en esta crónica,  y yo esperaba a Moreno para una reunión de trabajo. María se comunica conmigo y me dice "están allanando el apartamento de Maikel, son muchos, de uniforme negro, creo que deben regresar urgentemente".

Mientras escucho a María miro  hacia el estacionamiento y veo al Señor Maikel que habla por su celular.

"La guerra llegó a nuestro edificio", pienso. También pienso en lo que le espera al pobre Maikel. Estoy seguro que no van por él, van por el hijo mas joven.

Moreno comprende inmediatamente la urgencia del suceso y suspende la reunión. Tiene palabras de consuelo y solidaridad.

Yo conduzco el Mazda. Sé lo importante que es llegar a la ciudad de Valencia en el menor tiempo posible. Ciento treinta, ciento cuarenta volamos por la autopista despejada.

Hago historias de cuando estuve preso una cosa es con guitarra y otra cosa es con violín la invasión de los hombres del poder en la sala en los cuartos metidos en los papeles descubriendo sospechas preguntan inoportunos sobre pormenores olvidados embarazosas nuestras respuestas nos vamos quedando sin tiempo  y luego nos montan en un auto cuyas puertas no se abren por dentro. La puerta de la celda tampoco abre por dentro.

 

En Valencia, en el edificio allanado me espera María. Ya se han ido los funcionarios del CICPC. Fueron muy decentes, no hubo excesos ni gritos ni abusos. Se llevan al muchacho del Señor Maikel. Se llevan las computadoras y las cámaras de filmación con otras muchas pertenencias de la familia. Los padres van luego hasta el lugar donde han llevado al hijo.

 

Los vientos de cuaresma levantan columnas de cenizas en las esquinas donde el fuego ardió por días sobre las barricadas. Esta Semana Santa viene cargada de nubes oscuras, iguales y diferentes a las nubes oscuras de las barricadas. El Ghetto ya no existe, es humo del tiempo, recuerdos y anécdotas.  !Que no se instalen entre nosotros las consecuencias  amargas  de la violencia.



moya

valencia

2014

 

 

 

 


















































jueves, 13 de marzo de 2014

CRÓNICAS DEL GHETTO (QUINCE)


DECLARACIÓN ASOMBRADA.



Cualquier persona que circule por las calles de la ciudad de Valencia, de la República Bolivariana de Venezuela arriesga su vida. 

Puede que no arriesgue toda la vida, cierto, pero arriesga gran parte de ella, lo que han dado en llamar ser herido, contuso, grave, estado crítico y otros eufemismos.

La persona en cuestión deja, tristes y para siempre, a sus familiares. 

Hoy, este jueves de marzo, certifico que todo cuanto digan los de un bando o del otro, son mentiras que se amontonan sobre otras mentiras.

Certifico desde el primer escalón de esta guerra, desde el borde delantero, desde la trinchera rodeada de guarimbas y barricadas, que en esta ciudad de Valencia la vida y la supervivencia son una casualidad sin valor alguno.

 

Se acerca una motocicleta con dos tripulantes, ¿serán extremistas?¿serán consumidores desesperados buscando leche, aceite, una medicina, una bolsa de hielo?. 

Un celular, tres celulares, cien celulares, llenos de luces en sus  pantallas, saturados de  hombres y mujeres que gritan, huyen, persiguen.

De la mañana a la noche escucho las explosiones lejanas, íntimas, numerosas, solitarias. De la mañana a la noche el silencio anti natural de las avenidas y calles desiertas.

 

Necesito soñar. La realidad es una daga que amenaza.



moya

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2014


lunes, 10 de marzo de 2014

CRÓNICAS DEL GHETTO (TRECE)


LA MARAVILLA DEL DÍA DESPUÉS


Un señor   trota,  vestido con atuendo deportivo,  lleva en la mano derecha una botella plástica de Gatorade y escucha música barroca en su MP3.  Viste  deportivamente y salta y evade el  humo y las moscas de la barricada mayor de la Avenida Alejo Zuloaga.

Tres mujeres jóvenes hacen ejercicios asiáticos, de contemplación, perfeccionando su mundo interior

en el parque situado frente a la iglesia Santa Rita. Se ven pequeñas, mínimas ellas tan delgadas y tan solas en el enorme parque despoblado.

En la cancha de basquet han puesto una mesa y juegan dominó cuatro señores de la tercera edad. Es un dominó de corte ajedrecístico, sin ruido, introspectivo.

Las mesas de la panadería y de la pizzería están ocupadas por más de un centenar de clientes. Consumen y combaten al gobierno de Maduro, elaboran estrategias sociales, desmesuran cualquier información. Se ingestan de hipérboles.

Ruidosos, dos hombres y tres mujeres caminan por la Avenida Pocaterra. Cargan diez cervezas. Son precavidos y llevan, segura, la ración de repuesto. Es lunes, lunes de Cuarentena, lunes de enorme conflicto social. Quién sabe si es un buen lunes de cerveza.

El  de la patineta pasa junto a mi, melena al viento. La muchacha le sigue veloz, delgada, toda tatuada, de pelo corto y rostro agrio. Se alejan en sus patinetas.

Los Testigos de Jehová trabajan en la obra y presionan los timbres de las quintas y los edificios anunciando el Armagedón. Parecería que tienen razón.


Es el mundo que veo y me rodea en mi ajetreo de hoy. En el final de la Avenida Mañongo todo el día ha habido encuentros de la guardia nacional y los opositores del Chavismo. Sé que hay heridos y he visto y sentido el humo glauco de los lacrimógenos.

Conviven dos combates que parecieran excluyentes o antitéticos. Conviven dos formas de sobrevivir, o mejor, de luchar por la vida, o mejor aún, de vivir la vida y de morir la vida.


Donde vivo actualmente, testigo asombrado y doloroso, hay tanto peligro que María y yo llevamos tres días intentando contratar a un mecánico de refrigeración que nos arregle la nevera de la quinta  del Tío Tony que se dañó.  Se niegan a entrar  a El Trigal.  Temen quedar dentro y temen que les vayan a quemar sus vehículos de trabajo o temen quedar atrapados entre dos fuegos. 

 

Estoy preocupado. No había tomado verdadera conciencia del riesgo. Rogito llegó casi de noche del trabajo, él sigue siendo el que sufre mayor cuota de peligro.

 

Las palabras son rocas que caen al mar.

 

 

moya

valencia

2014

 

 

 

 

 

 

 

 































viernes, 7 de marzo de 2014

CRÓNICA FUERA DEL GHETTO (ONCE)


RECORRIDO,  OBLIGADO, DE SUPERVIVENCIA COMERCIAL.



Salimos vía Avenida Zuloaga hasta las canchas de basket y luego  Autopista Nacional. Vías despejadas. Un camión o gandola quemado cerca del acceso al gran Centro Comercial Zambil. 

Aire fresco y sol de verano. Enorme fila de clientes a lo lejos esperando la apertura de otro centro comercial cuyo nombre no recuerdo.

Viajamos libremente.  Vilbao y yo en el viejo Lumina. Tengo encuentro importante con mis jefes en Maracay. Estamos obligados a pensar en el futuro.

Allá en la variante intercomunal San Diego y Autopista Nacional, junto a un elevado en construcción, vemos los restos de una barricada con señales de incendios de cauchos y madera. Carros de la guardia nacional, cargadores frontales, una grúa, dos camiones cargados de escombros  que se alejan lentamente.

Despejar esta vía ha sido un trabajo duro y costoso, no me cabe dudas. Despejar las barricadas, las guarimbas y obstrucciones de todo el país va a costar millones, y mucho tiempo.

Hasta Maracay, hasta el Centro Comercial 19 de Abril, ha sido el viaje a otro mundo. La ciudad vive una mañana de verano y calor aparentemente normales. Los comercios están abiertos y veo clientes.

El Señor Moreno y el Señor Antonio trabajan, trabajan, trabajan. 

Para llenar mi tiempo y espantar el aburrimiento converso con dos señoras que viven en La Victoria. Salieron en su camioneta y el viaje fue tranquilo. Ambas escogen mercancía al mayor para sus tiendas. Hubo un par de peos allá pero hoy todo estaba tranquilo.

 

Nos reunimos los interesados en la oficina de el Señor Moreno. La reunión es agria. Nos acusamos mutuamente, como Maduro y López. Estoy al construir mi propia barricada y largarme hacia mi cueva lejana allá en Valencia.

Finalmente conseguimos acuerdos e intereses comunes. Vamos a trabajar para sobrevivir. Pienso que nosotros cuatro somos más racionales que nuestros gobernantes.

 

Las dos de la tarde.  Rodamos velozmente hacia nuestras querencias. El Lumina se apaga cada cinco kilómetros. Ni Vilbao  ni yo tenemos la más puta idea de qué coño le sucede al maldito carro. La autopista despejada, acuerdos de trabajo conseguidos, tranquilidad circundante y este vehículo pendejo quiere jugarnos una broma macabra.

Logramos llegar a Valencia. Logramos entrar a la estación de servicios de El Trigal. Pelamos la calle de acceso que sube hasta el cerro y nos lleva a nuestro hogar dentro de el Ghetto.

La maldita tranca y el verano y el Lumina se apaga y se apaga. La tarde va llegando. Con la tarde aumenta el peligro de enfrentamientos.

 

Uno se acostumbra a todo en la vida. Resulta que añoramos nuestro Ghetto y la mesa en la panadería y hasta las explosiones lejanas que hoy no se escuchan.

El recorrido extra territorial ha sido muy aleccionador.  No es toda Venezuela la que protesta, ni siquiera es la mayoría.  Somos parciales en nuestras valoraciones, uno juzga por lo que ve y siente, incluso, nuestros juicios se contaminan con nuestros deseos.  Porque en este mundo sin par, nada es verdad ni es mentira, todo es según del color, del cristal con que se mira.

 

moya

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2014






















miércoles, 5 de marzo de 2014

CRÓNICAS DEL GHETTO (NUEVE)


¿EL SILENCIO DEL MORIBUNDO?


Cuando no escucho ruido en la Avenida Pocaterra, ésta que se alarga bajo mi ventana, siento frío y me abrigo para salir al balcón. No hay circulación de automóviles. Es miércoles.

Cuando escucho el tableteo de las motos con sus aceleraciones nerviosas y  siento y veo a las parejas de motobanquistas que cargan morrales delanteros, y se alejan y cruzan, y pasan si quieren pasar y llevan en sus cabezas una vaga astronomía de pistolas inconcretas,  como fantasmas negros,  siento frío, me abrigo, y no salgo al balcón. Oculto en el balcón, recuerdo a Federico García Lorca y sus metáforas encendidas evocando el peligro de La Guardia Civil Española, con sus capas oscuras y su licencia para matar. Ellos eran fantasmas de a caballo. Ahora son ángeles de la muerte en veloces motos escurridizas.

Se supone que hoy se inician nuevamente las clases en todo el sistema nacional de enseñanza. Escuché al ministro cuando lo anunciaba en rueda de prensa. Pero el presidente había dicho que el luto era de diez días sin clases y otras restricciones. (Escucho sirenas lejanas, se acercan.)

Ayer hubo una marcha en la ciudad de Valencia. Marcha de recorrido muy largo y ruidoso, era una marcha de vehículos automotor.

Regresan las morochas del ingeniero.  Son bellas las jimaguas hijas del ingeniero. Andan por el sexto grado o primero de bachillerato, no sé bien.  Fueron al Liceo y las regresaron. No hay alumnos, muy pocos,  y pocos maestros.

En Valera asaltaron un centro comercial. En La Guaira, estado Vargas, una fila humana de tres o cuatro kilómetros  protestando por el desabastecimiento. En Caracas, fue en la madrugada,  cuando un grupo de jóvenes cerraron una vía y tuvieron peo con la policía. 

La red social distribuyó un video del allanamiento  realizado en un edificio  por la guardia nacional para apresar a un joven en short y zapatos deportivos. El número de efectivos que se ven en el video alcanzaba para tomar Miraflores, es un decir.  El joven del short y los zapatos deportivos puede que quizás tal vez a lo mejor quien sabe era muy peligroso.

Anoche fui al terminal de ómnibus a recoger a un amigo que venía de Barquisimeto, estado Lara y el terminal estaba suave, cómodo. Ni vacío ni lleno. Ayer era el regreso de los temporadistas de los carnavales y del asueto que dió el gobierno. Realmente no vi entusiasmo.

Hoy es un día de tristeza y recogimiento para los Chavistas. Hace un año murió su líder. Habrá actos de conmemoración. La oposición está llamando a manifestarse nacionalmente.

El Chavismo realiza un desfile militar que muestra el poderío bélico de la República Bolivariana de Venezuela. Asisten muchas delegaciones. Delegaciones de los gobiernos de El Caribe. Delegaciones de los países de América del Sur.

El General Raúl Castro llegó para participar en el desfile y la velada solemne en memoria de Chávez. Filman el recibimiento en el aeropuerto. Hay una toma abierta donde se ven las banderas. Izan la enseña nacional de Cuba. Se desamarra el nudo y la bandera rueda poco a poco enredada en el asta. La cámara regresa a los presidentes. El locutor narra incoherencias aturdido por la sorpresa. ¿Fue casualidad?¿Fue negligencia?¿Fue sabotaje?¿Fue premeditación?

Las barricadas siguen obstruyendo las calles. Sé que los líderes de la revuelta han ordenado que si las abren los opositores del gobierno, o los ciudadanos comunes,  los opositores  contra el gobierno las cierren nuevamente y se oculten para evitar los enfrentamientos. 

(Ya no escucho las sirenas. Silencio en la Pocaterra. El canto de muchos y diversos tipos de pájaros es notorio. Son pájaros reales, no como los pájaros imaginarios que invaden y entorpecen las meditaciones de algunos funcionarios públicos.)

Escribo que continúan las barricadas, pero su mal olor por la basura putrefacta, creo que se mezcla con el olor triste de su propia destrucción. Parecen moribundas. Puedo equivocarme. De regreso de la Avenida Bolívar, a donde habíamos ido para sacar un poco de dinero del banco, nos sorprenden manifestantes que están cerrando nuevamente las vías. Así que a lo mejor me equivoco y vuelve a coger fuerza la protesta social. He dado tantas vueltas por calles, callejones, vías de servicio, caminos de tierra y cesped para llegar a un lugar solamente, que pienso con terror en un enfermo de la familia. Si necesita asistencia médica de urgencia se me muere el pariente o me muero yo.

(En la mañanita, temprano, sale  Rogito para el trabajo. Huele bien acabado de bañar. Huele a 28 años, huele a sangre joven. Hasta que timbre que ha llegado a la fábrica, allá por la calle Navas Espínola, no respiramos ni María ni yo. Hay detenciones y requisas y los videos en las redes sociales son muy elocuentes, muy dramáticos. Mi peligro cien veces por el de él, mi sangre mil veces por la de él.)

Tengo que conseguir lubricante 20W50 a como de lugar para que el Century pueda continuar trabajando.

Ya esto lo he escrito en otra crónica pero no se resuelve el maldito lubricante, bueno, la leche tampoco, ni la Harina Pan, ni el aceite.

María me lee mensajes de la oposición pidiendo que no vaya ningún venezolano al trabajo, que cierren las fábricas para acabar de tumbar al gobierno.

Entonces el viaje de Rogito es doblemente peligroso. Si  es el gobierno,  pues por joven y sospechoso. Si son  los opositores, pues por rompe huelga y chavista.

Desdichados los Rogitos, que de ellos será el reino del peligro.

Mientras, la culpa, la maldita culpa, como dice el magnífico  Dúo Buena Fé,  no la tiene nadie.


moya

valencia

2014

 

 

 

 

 

 

 

















CRONICA TEXTUAL (DIEZ)


LA REALIDAD ES MAS RICA QUE LA IMAGINACIÓN


Voy a describir exactamente lo que vivió mi familia esta tarde. Salí con Bilbao, amigo venezolano fotógrafo. Fuimos hasta la panadería. Allí estaban los de siempre. 

Estaciono el Mazda cerca de nuestra mesa. Saludo. Voy hasta la quinta del tío Tony para llevar dos cabezas de ajo. El Tío está viendo la retransmisión del desfile militar en conmemoración al primer aniversario de la muerte de Chávez. 

Regreso a la panadería. María me llama que Rogito va a salir de la fábrica junto a Johana que yo le diga una ruta viable.

Mijo esta mañana nosotros vinimos vía el distribuidor de El Trigal, por la Cabriales. Luego de cruzar el distribuidor cruza a la derecha por la calle del club Italo, sube hasta el colegio Patria Soberena.

El me interrumpe, sí yo conozco esa vía. Cortamos.

No podemos tomar marroncitos ni negritos ni guayoyos ni conleche, ni un carajo porque no hay leche. Le pregunto a Tovar si tiene una vía probada para yo indicársela al chamo. Le pregunto a Mazzariol y me dice que el distribuidor está abierto. Tovar me dice que es mejor que el chamo pase por debajo del distribuidor y siga hasta las canchas de basket. Ahí tiene que comer flecha y acceder a la Pocaterra, me explica.

Pero la Pocaterra tiene tres o cuatro barricadas en el tramo antes de llegar a Mañongo, le digo.

Que suba por la acera. Una de las guarimbas está en toda una entrada de garage.

Llamo a Rogito. Estoy en la Cabriales pero está cerrada, ya me estoy devolviendo. Por la Cedeño pienso llegar hasta la autopista.

Le digo que me llame cuando esté en la autopista. Detrás de él viene Johana en su carrito vino tinto.

Comentan, cuentan, dicen, hablan, especulan, inventan, aumentan y yo tengo el celular en la mano. Me levanto y camino mientras hago cálculos mentales de tres variantes para rescatar a Rogito. El carro lo dejaríamos estacionado en una calle o en una quinta de algún amigo, recuerdo a Israel, el gordo, pero está para Miami. Veremos. 

Llego a la calle Pocaterra. Han levantado una barricada  nueva con pedazos de árboles. Son mujeres del vecindario. Una vieja loca es la directora de la orquesta. Rogi no podrá entrar por esta vía. Estoy parado en medio de la avenida. Siento odio y me invade la vieja violencia de los años sesenta. Si le pasa algo al muchacho vengo y le doy candela a estas tres quintas con mujeres y perros y viejas y la madre de los tomates.

Junto a mi el motorista con su moto. El morral le cuelga del hombro derecho. Me vigila. Me estudia. Estamos frente a frente. Marco el número de mi hijo. ¿Por dónde vienes? Hay un peo. Estoy en la autopista. Veo dos tanquetas, voy a cortar. Tranquilo, le digo, tienes que continuar hasta las canchas.

Esta vaina de la Pocaterra está trancada. Te llamo. Cuelga.

El motorista no sonríe, me vigila. Sé que en el morral trae la pistola. Tiene cara de pistola este carajo. Lentamente me regreso hasta la panadería. Me siento. Los amigos me han visto,  saben que estoy nervioso, me preguntan, hacen itinerarios especiales para que mi hijo pueda entrar al ghetto donde estamos viviendo.

Cuentan la historia de la bandera cubana que se cayó del mástil en el aeropuerto. Les cuento que la bandera cubana actual la  llevó a Cuba un venezolano llamado Narciso López. Se asombran de la sentencia que le pusieron al pobre Narciso,  garrote vil.  Los cabrones gallegos se lucieron con la inquisición y el garrote y la matanza de indios.

Llamo a Rogito. Voy pasando el distribuidor por debajo del puente. Detrás mío hay peo con las tanquetas.(Escucho disparos en el teléfono) Sigue la vía mijo y no te pares. Tienes que llegar a la entrada de las canchas. En eso estoy, padre, cuelgo.

Me levanto y camino por la calle Naguanagua. Llevo el teléfono en la mano. Paso frente a la quinta del Tío Tony. Una cuadra. La acera no es elevada. Arrimo dos piedras junto al contén. Veo la marca de los cauchos y el trillo bien claro del cruce ya diario. Paso la Avenida Mañongo. En la esquina con la Pocaterra está la barricada grande. Tres muchachos cargan troncos y ramas para cerrar el paso por la acera. Mi amor, viene mi hijo y nosotros vivimos a dos cuadras, déjalo pasar, luego cierras. Ella va a permitir que el muchacho pase. Llega una camioneta negra, grande. Se bajan dos jefes. Pongan la guaya y el alambre de vacas, vamos, cierren esta vía. Que no pase ningún carajo por aquí.

Ya el Century está llegando. Camino rápido, abro la puerta y me siento con Rogito, mi hijo menor, el benjamín grandote, hombre de barba que maneja y me cuenta. 

Johana siguió para su casa. El peo fue exactamente cuando habíamos pasado. Un pelín más y quedamos en medio del tiroteo. Son las dos tanquetas de la guardia nacional y los muchachos a piedra y botella.

Pero ya estoy aquí, me siento en casa. ¿Qué hacemos? Devuélvete. Cruza a la derecha estamos frente al edificio donde vivía Miguel Angel. Cruza a la derecha, le digo. Se termina la calle, me dice Rogito, tenemos que devolvernos. No, los carros pasan por aquí.  Nosotros tenemos que pasar también. Me voy a bajar y te voy guiando. No des acelerones, hazlo todo muy despacio.

Me bajo y estudio los muros y las aceras.(Suenan las explosiones de las bombas lacrimógenas. Escucho disparos. Se acaba el tiempo. Cae la tarde)

A la derecha suave venga un poco mas,  frénalo y déjalo caer, eso es dale,  avanza, sí con el frente  del carro para el semáforo de la Pocaterra.

!Qué buen chofer es el cabrón! Me siento a su lado. Dale,  pasa el semáforo,  dale mas ahí, ahí es la entrada, sube la acera, ¿ves el trillo de los carros? Ya va, ya va, viejo estás  nervioso, me dice el muy cabrón.

El Century nada en las olas de los muros y las aceras, sube y baja, su motor ronronea  y ya estamos en la calle Naguanagua, es la calle que pasa frente a la quinta del Tio Tony, es la calle de la panadería. (Los disparos son en el distribuidor de El Terigal, a nuestras espaldas) 

Abro la puerta. Bajo del carro, nos damos la mano,  como amigos, como compañeros de una misma guerra. Yo le repico a tu madre, le digo, dale despacio que tú  conoces  ya el camino.

Me siento en la mesa de la panadería. Los amigos saben  que el carajito llegó sin novedad.

Y los otros carajitos? ¿De qué padres son los que tienen cita temible con los disparos y los gases lacrimógenos?


moya

valencia´2014

 

 

 

 

 


























































martes, 4 de marzo de 2014

CRÓNICAS DEL GHETTO (OCHO)


ANATOMÍA DE UNA BARRICADA



Sucedió. Una tranca junto a la barricada de la Mansión del Pan, al final de la Avenida Mañongo. Que puedo hacer? Nada. Me bajo del carro junto a otros choferes.

Nos rodean los muchachos. Algunos vecinos de mayor edad forman parte del grupo. Huele a querosene y a podredumbre. Nos rodean dos motos con policías y cuatro guardias nacionales. Los policías y los guardias nacionales visten chalecos anti balas. Aquí se va armar la bronca y no tengo donde esconderme, me digo y siento miedo.

No hay ambiente de violencia. Parecería una obra de teatro o un picnic. Muchachos acaben de quitar estas vainas. Hagan su protesta en paz y dejen que las personas circulen con sus vehículos, dice el policía que parece jefe. No se bajan de las motos. Las motos son un aditamento de la policía y de los muchachos de la oposición. Las motos son un arma entre las piernas de los extremistas de ambos bandos.

Los guardias nacionales han llegado en un jeep. Recorren la guarimba,  miran, miran, inspeccionan. 

Ahora que escribo, recordando el minuto vivido,  siento el peso del  silencio. Todos miramos en silencio a los guardias nacionales que inspeccionan la barricada.

A la izquierda, junto al muro con el graffiti llamando a la resistencia, un señor pelón y un joven de lentes oscuros se corren y se corren hasta ocultarse detrás de una matas de cariaquito morado. Ya no se ven desde donde estoy. Mucho menos pueden verlos los guardias.

Yo siempre veo. Tengo los ojos grandes y un poco saltones. Mi visión periférica es excepcional.

Los guardias nacionales se montan en el jeep y retrocen y luego se van.

Nosotros estamos cuidando la barricada para que no la abran y siga la protesta que esta protesta también es por ustedes los policías que se arriesgan. Lo de nosotros es contra Maduro y contra el castro comunismo, hablan dos o tres a vez. Hablan hacia los policías, hablan con los policías.  No porten armas, no destrocen las propiedades, protesten y vayan abriendo estas barricadas que mañana venimos con camiones y cargadores frontales y vamos a limpiar  El  Trigal, dice el que parece jefe de los policías. Eso hay que verlo. Gritan voces. Las volvemos a hacer, dicen.

Rugen las motos. Se van los policías. Mi corazón late casi normal. Cruzo la barricada y sé que estoy violando todas las reglas de seguridad y supervivencia. Me late aceleradamente el corazón otra vez.

Modernamente le llaman adrenalina en los programas de cable. Pero no puedo evitarlo. Nunca he podido  reprimirme y hacer lo que hacen las personas lógicas. Voy derecho a la boca del león pero no voy a perder la oportunidad de tocar con la mano el corazón que late. O por lo menos, una parte del corazón que late, porque la otra está lejos, en los barrios y los Consejos populares, pero yo no vivo allí.

Ella es bella. Usa pañuelo con los colores de la bandera venezolana. Está sucia, sudada. Le digo mi amor, yo soy cubano pero llevo mas de treinta años en Venezuela, soy escritor, ¿por qué tú protestas, dónde tú estudias, dónde vives, cuéntame un poco de todas estas cosas para yo poder entenderlas?

Ella ve un gesto agresivo en un muchachón metrosexual que nos aborda. Déjalo es un señor que lleva muchos años aquí y es anticastrista y me ha hecho dos o tres preguntas. Qué bella ella que me salva.

Soy estudiante de tercero de ingeniería en la UC y vivo en la calle Aries, a dos cuadras de aquí, en la quinta Andreina.  No hay qué comer, nos mata la inseguridad, no hay libertad, esto es una tiranía, el chavismo ha regalado miles de millones de dólares y otros miles  de millones se los han robado y mi pueblo pasa trabajo...

Esa es su bandera de lucha. Yo me sé el libreto completo y la dejo que hable y que la interrumpan sus amigos. Una señora trae agua y la reparte. Reparten también refrescos y me brindan. Los que se habían escondido tras las matas de cariaquito morado vienen y se sientan sobre una lavadora vieja, oxidada, que refuerza una parte de la barricada. Uno de ellos está armado. Sus ojos y sus movimientos también están armados.

Los dirigentes del movimiento han declarado por radio y televisión que deben quitarse las barricadas y las guarimbas. Son una cuerda de traidores. Se están enchufando con Maduro el único con vergüenza es Leopoldo, me responden.

Ya estos son independientes. Tienen una revolución particular. En los barrios, en los llanos y los pueblos de  la amazonia están  los otros, los que creen en el chavismo, los que han sido beneficiados por las misiones.

Se escuchan explosiones. Los coñoemadre vuelven con las bombas lacrimógenas, busquen el vinagre y los pañuelos.  Vamos para el puente de la autopista, dice el metrosexual. Dos parejas montan en sus motos y se alejan.

Es muy triste lo que percibo. Hay dos bandos, bandos muy definidos. La guerra civil en Venezuela no es un escenario improbable. Hace muchos días que vienen ensayando ambos contendientes. 

Tras estos promontorios de ramas de árboles, bolsas de basura, muebles viejos, escombros, partes y piezas de automóviles, guayas de acero, letreros escritos con caligrafía dudosa y chorrerones de tinta y pintura, esta uno de los bandos. Al otro lado  de las barricadas se abroquelan los miembros del bando contrario.

Ambos grupos tienen experiencia, se han entrenado, han vertido sangre, han alimentado su cólera.

Mas explosiones. La muchacha bella del pañuelo con los colores de la bandera da la orden de que nos abran un espacio mínimo para que los cinco carros que no nos hemos devuelto pasemos hacia nuestras casas. Disparos y sirenas.

Bajo el vidrio cuando cruzo junto a ella. Ella, la bella, me mira y sonríe. Explosiones. Cuídate mija, le digo. Acelero y pienso en los míos.

Mientras me alejo recuerdo los disparos en la emboscada en la casa de Enrique Fuentes, cuando la Campaña de Alfabetización. Yo era alfabetizador. Vivía en casa de Enrique. El era presidente de los pequeños propietarios. Nos disparaban desde un palmar. Nos odiaban. Era diciembre muy frío y Enrique con su escopeta calibre 16,  y yo con mi ametralladora Raicing, inglesa, calibre 45,  disparábamos alegremente.

 Dos horas antes mi padre me había visitado, y al marcharse me había abrazado, fuerte, y me había dicho, cuídate  mijo.

 

moya

valencia

2014

 

 

 

 










 

































domingo, 2 de marzo de 2014

CRÓNICAS DEL GHETTO (SIETE)


COÑO, Y YA ENTRAMOS EN MARZO


Un ruido ensordecedor me llega de la calle. Suspendo la ecribidera y voy a la ventana, con cuidado, mirando con un ojo, escondidito,  pues las balas perdidas matan a mucha gente chismosa.

El ruido es producido por una cama de hierro que van arrastrando sin ruedas, puro metal contra el asfalto. Tira de ella una camioneta negra de setenta u ochenta mil dolares y no logro identificar la marca. Esa cama vieja reforzará la barricada de la avenida Cabriales.

De las quintas y los edificios la gente sale a las aceras para ver el paso de la estructura de hierro y acero que ha de colaborar con la invulnerabilidad de nuestra guarimba mas cercana.

En una palabra, el ghetto será más ghetto.

Pero no es esto lo que ocupaba mi mente al comenzar a escribir. Es la fecha. Ha llegado el mes de marzo y hace unos días era enero. Ayer, como quien dice, era febrero, el día del amor, el cumple de mi hijo Rogito, el cumple de María. Ya para el 23, el cumple de María, tuvimos que hacer toda una expedición entre guarimbas para llegar hasta el centro comercial donde queríamos almorzar. Resultó que el centro comercial estaba cerrado y tuvimos que remediarnos en La Mansión del Pan. Ganamos, porque estaban haciendo unas pizzas excelentes. Luego, corriendito para la casa, que ese día hubo grandes jaleos en El Trigal.

 Estamos en marzo y no escampa. Hoy salí con el carro decidido a buscar lubricante y unas medicinas para Tony y para María. Recorrí mas de la mitad de la ciudad de Valencia siempre metiéndome por espacios angostos abiertos en las barricadas. La ciudad sola. El silencio es sobrecogedor. En el radio del carro están narrando la marcha de Caracas. Otra marcha. Me llama un amigo y me cuenta que la marcha es muy nutrida. El está viendo las imágenes en su teléfono satelital.

La estación de servicio está cerrada. Me olvido de la gasolina. Veo en el parque de Los Enanitos muchos automóviles estacionados. Los fregadores independientes, que usan el agua del rio Cabriales,  no creen en huelgas ni revoluciones y los propietarios prefieren un auto limpio aunque se los quemen en una guarimba. Allá ellos.  Yo me voy para la casa.

Estamos en marzo y no escampa. En Farmatodo no hay  la medicina de Tony,  gracias a Dios que María tiene una buena reserva. Sí hay Piroxican para loes huesos. A esta gente les llegó  una gandola de productos pues veo pasta Colgate, shampoo, pañales desechables. Pero no hay ni una galleta, ni jugos, ni mariqueras de las que acompañan las películas. Coño las películas de los setenta canales de el cable que llega a mi casa son las mismas. Me sé los parlamentos de memoria.

Les escribí en otra crónica que habían matado a un Sargento en Neo Trigal. Dicen que fue un suicidio. Dicen que lo mataron sus propios amigos. Dice el gobierno que fue un asesinato de los estudiantes. El resultado final es que están haciendo hayanamientos en los tres trigales. Buscan el arma. Buscan armas.

En las redadas puede caer uno.  Hay muchos reportes de gente que cae en la redada y ya tú sabes. En los enfrentamientos puede quedar uno atrapado entre dos bandos. En un embotellamiento un encapuchado te tira una molotov y se te quema el carro. Con el odio que hay hacia los cubanos, y yo que hablo cubano cubano me pueden caer a coñazos.

 El Táchira sigue en rebeldía contra el gobierno. El zulia idem. Mérida. Carabobo. Parte de Caracas.

Pero estamos en carnaval. La oposición llama por los Twitter a la resistencia tres días más pues el ejército se les va a unir o va a dar un golpe. Quién sabe. Las emisoras anuncian las ofertas de carnaval.

Esta noche es la entrega del Oscar.

 Ya es marzo y no escampa. Hace muchos días que uno se juega el pellejo todos los días.

Hay que cuidarse, porque tanto va el cántaro a la fuente, hasta que lo rompen.

 

 moya

valencia

2014