lunes, 10 de marzo de 2014

CRÓNICAS DEL GHETTO (TRECE)


LA MARAVILLA DEL DÍA DESPUÉS


Un señor   trota,  vestido con atuendo deportivo,  lleva en la mano derecha una botella plástica de Gatorade y escucha música barroca en su MP3.  Viste  deportivamente y salta y evade el  humo y las moscas de la barricada mayor de la Avenida Alejo Zuloaga.

Tres mujeres jóvenes hacen ejercicios asiáticos, de contemplación, perfeccionando su mundo interior

en el parque situado frente a la iglesia Santa Rita. Se ven pequeñas, mínimas ellas tan delgadas y tan solas en el enorme parque despoblado.

En la cancha de basquet han puesto una mesa y juegan dominó cuatro señores de la tercera edad. Es un dominó de corte ajedrecístico, sin ruido, introspectivo.

Las mesas de la panadería y de la pizzería están ocupadas por más de un centenar de clientes. Consumen y combaten al gobierno de Maduro, elaboran estrategias sociales, desmesuran cualquier información. Se ingestan de hipérboles.

Ruidosos, dos hombres y tres mujeres caminan por la Avenida Pocaterra. Cargan diez cervezas. Son precavidos y llevan, segura, la ración de repuesto. Es lunes, lunes de Cuarentena, lunes de enorme conflicto social. Quién sabe si es un buen lunes de cerveza.

El  de la patineta pasa junto a mi, melena al viento. La muchacha le sigue veloz, delgada, toda tatuada, de pelo corto y rostro agrio. Se alejan en sus patinetas.

Los Testigos de Jehová trabajan en la obra y presionan los timbres de las quintas y los edificios anunciando el Armagedón. Parecería que tienen razón.


Es el mundo que veo y me rodea en mi ajetreo de hoy. En el final de la Avenida Mañongo todo el día ha habido encuentros de la guardia nacional y los opositores del Chavismo. Sé que hay heridos y he visto y sentido el humo glauco de los lacrimógenos.

Conviven dos combates que parecieran excluyentes o antitéticos. Conviven dos formas de sobrevivir, o mejor, de luchar por la vida, o mejor aún, de vivir la vida y de morir la vida.


Donde vivo actualmente, testigo asombrado y doloroso, hay tanto peligro que María y yo llevamos tres días intentando contratar a un mecánico de refrigeración que nos arregle la nevera de la quinta  del Tío Tony que se dañó.  Se niegan a entrar  a El Trigal.  Temen quedar dentro y temen que les vayan a quemar sus vehículos de trabajo o temen quedar atrapados entre dos fuegos. 

 

Estoy preocupado. No había tomado verdadera conciencia del riesgo. Rogito llegó casi de noche del trabajo, él sigue siendo el que sufre mayor cuota de peligro.

 

Las palabras son rocas que caen al mar.

 

 

moya

valencia

2014

 

 

 

 

 

 

 

 































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