domingo, 6 de abril de 2014

ESTE DOMINGO TRISTE


NO SÉ EN QUE CARRETA, NI POR CUAL CAMINO, NI HACIA QUÉ LUGAR ME LLEVARÁ LA MUERTE.



Este domingo  claro,  pienso en mi tristemente. Siento la soledad como un golpe físico.  Sufro dolores interminables que injustamente publico, para atormentar a algunos y preocupar a otros.


Lean, si saben; lean si pueden; lean si quieren este soneto de Jesús, el Indio, el hombre que nació

en San Miguel del Padrón, en La Habana y que  es, y será,  un contrincante temible luchando contra el olvido.



X

Vendrá mi muerte ciega para el llanto,
me llevará, y el mundo en que he vivido
se olvidará de mí, pero no tanto
como yo mismo, que seré el olvido.

Olvidaré a mis muertos y mi canto.
Olvidaré tu amor siempre encendido.
Olvidaré a mis hijos, y el encanto
de nuestra casa con calor de nido.

Olvidaré al amigo que más quiero.
Olvidaré a los héroes que venero.
Olvidaré las palmas que despiden

al Sol. Olvidaré toda la historia.
No me duele morir y que me olviden,
sino morir y no tener memoria.

 

 

Al publicar el soneto lo he vuelto a leer, confieso que me lo aprendí hace años. Y hoy, este domingo

claro, me acogota la misma sensación de angustia que sentí  aquella madrugada, víspera del día en

que me vinieron a detener.


En la celda, durante sesenta y dos días, repetía los sonetos de EL CONSCIENTE CREPÚSCULO

y escribía, sin papel, sin lápiz, con los ojos tapados por un pañuelo, relatos de aventuras filibusteras que se desarrollaban en los cayos e islas del norte de Cuba.

 

Que desaparezca la memoria es la mayor ingratitud que tenemos que agradecer a la muerte.

 

 

moya

valencia

2014










 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

viernes, 4 de abril de 2014

EL PAPA MUERTO Y LOS MUCHACHOS DEL GHETTO (VEINTIDOS)


EL PAPA POLACO YA ES SANTO.  CONOCIÓ EL GHETTO CUANDO LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL. LOS MUCHACHOS DE EL TRIGAL VIVEN EN EL GHETTO. ¿LA POSTERIDAD LES OTORGARÁ LA SANTIDAD?



Eran unos diez o doce. Detuvieron el camión trompo, de esos que trasladan concreto para las construcciones. Convencieron fácilmente al conductor que les entregó el  vehículo, se bajó de la cabina,  y vino a hacerme compañía en la acera.

Nuevamente violé la cordura. El viejo me gritaba lárgate que te van a joder. El periodista y la testosterona

me gritaban quédate y vive el minuto de riesgo que sube y baja por la barriga y se aloja en la reseques de los labios.

Los muchachos maniobraron con el trompo y lo atravesaron con precisión quirúrgica en la avenida. Levantaron el capó y arrancaron los cables del sistema eléctrico. Ni Mandrake el mago, vendedor de milagros podría prender ese motor.

 Desde el puente del distribuidor de El Trigal viene una cuarteta de la guardia nacional.  Más lejos vemos el techo y la torreta de la tanqueta  anti disturbios. Ahora sí que se acabó la guapería del periodista y  se diluyó  la testosterona. A correr por el pasillo hacia las quintas. Suena la primera lacrimógena.

 Una señora, dos viejos gordos, una mulatica divina y dos de los muchachos que atravesaron el camión en la avenida, trotamos decididos a escapar.  Conformamos un grupo ligero.  Sin descansar trotamos, corremos, renqueamos hasta desembocar en la avenida Pocaterra.

La señora y el otro viejo se persignan y dicen gracias a Dios, ay Diosmío. El Papa nos protege. El Papa nos protege.

Resulta que son Católicos Apostólicos Romanos. Resulta que el Papa polaco murió un día como hoy hace años. Y ya es Santo el Papa y protege a la pareja de creyentes que camina junto a mi.

 

Estuve en la isla cuando ese Papa fue de visita a Cuba. El ayudó al Sindicato Solidaridad a tumbar el régimen comunista que existía  en  Polonia.

Ayudó también a tumbar la dictadura de Rumanía. Colaboró con la caída del muro de Berlín. Entre él y Reagan  le dieron duro a las llamadas repúblicas populares de Europa y otras yerbas felizmente olvidadas.

Pues si su Santidad fue tan efectiva y demoledora en la vieja Europa, qué no logrará en el Caribe de tambores y veleidades indígenas?  Que vaya allá a ver si salimos de los Castro. Si el Papa entra en Cuba no se escapa el gallego de Birán. Volvieron a hacer las maletas los nostálgicos eternos derrumbadores de Fidel.


Yo llegué a la isla la noche antes de el arribo de su Santidad. Era período especial en Cuba y no había luz eléctrica y casi no había comida. Seria mejor enumerar  las cosas que había, una lista patéticamente breve.

El Lada reptaba por la Calle Fábrica. Como la batería estaba deteriorada y el alternador a penas creaba la energía necesaria, la luz  que proyectaban los faros era amarilla. Avanzábamos solitarios mi Lada y yo.

Dos y media de la madrugada. Debía haberme marchado dos horas antes del apartamento de mi amiga, pero la maldita testosterona prepara encerronas despiadadas.

Las medidas de seguridad para recibir y torear a su Santidad debían ser rigurosísimas, ya me lo habían contado los amigos de los amigos.

Pero yo, irresponsable eterno, escojo esta noche oscura y húmeda para andar de vampiro por la Habana solitaria.

A la altura del parque Gu Yen Van Troi, el  vietnamita que quiso matar a Macnamara, una explosión rompe la noche y caen sobre el techo del Lada fragmentos de hierro retumbando en la chapa de la carrocería. La calle se llena de pedazos de vidrios. El Lada se apaga, se detiene. Estoy conmocionado.

La hora que es y el recado que traen, me digo. Soy el centro de un terrible sabotaje a la visita del Papa a Cuba. Soy el centro de un complot preparado por la CIA. Me sorprende que no haya muerto del susto esa noche. Me gasto un corazón de acero inoxidable.


En dos minutos me rodean las perseguidoras,   (patrullas)  con sus luces intermitentes y sus policías atareado y nerviosos.

Por mi madre que están mas cagados que yo.

Para mi sorpresa cargo muchas identificaciones y tantas abolladuras en el techo y el porta maleta del Lada que es evidente que yo no soy el de la bomba. !No voy a ponerla y quedarme allí como un buen comemierda!!!


Uno de ellos descubre que la explosión se debió a que reventó un transformador eléctrico que estaba sobre el palo de la luz que se deja ver, borroso, junto al puentecito que yo acababa de pasar. Me marcho luego de tomar un poco de café de chícharo, amarguísimo, frío,  que el Teniente carga en un pomo de Benadrilina, el anti catarral  por excelencia de los cubanos.


Tres o cuatro días después fui a la plaza a la misa que el Papa Polaco ofició ante miles y miles de cubanos recientemente católicos.

 

Le cuento esta breve historia a la pareja que ha trotado junto a mi,  escapando de la guarimba y sus consecuencias. 

Como siempre, como hace ya cuarenta o cincuenta días, escuchamos las explosiones de los cohetes y las bombas lacrimógenas con su voz de guerra, a lo lejos, rodeándonos.

 

Resulta que el Papa fue santificado en un tiempo relativamente breve. Protege,  desde su lugar en el Paraíso, a los justos que le necesitan. Su muerte fue llorada por millones de hombres y mujeres que le admiraron por su eficiente labor pastoral.

Vino otro Papa que no estuvo mucho tiempo sentado en la silla vaticana. Actualmente rige los destinos de la Iglesia Católica Apostólica y Romana un nuevo pontífice, el Papa Francisco, nacido en Argentina.

El Papa Francisco es coterráneo de el Che.

 

Cuando visite Cuba, vicio que tienen los últimos Papas, estoy casi seguro que va a pedir que lo lleven al monumento en memoria de el Che, en la ciudad de Santa Clara.

 

Podría ser que lo acompañen los Castro. Incluso, cuando oficie la misa en la Plaza de la Revolución, casi seguro que van a estar sentados cerca de su Santidad, los hermanos Castro.

 

Podrán decir todo lo que quieran de ellos, pero es indudable que son  buenos y duraderos anfitriones.

Haré todo lo que esté a mi alcance para estar allí. Pero prometo acostarme temprano la noche antes.

Mi viejo corazón no resistiría el susto,  si estalla otro transformador.

 

 

moya

valencia

2014