ESTA CRÓNICA SE LA MANDÉ DE REGALO A DANIEL, MI NIETO MAYOR, MATEMÁTICO Y CIBERNÉTICO QUE ME PREGUNTÓ SOBRE SUS PARIENTES LEJANOS OLVIDADOS Y MUERTOS.
EVOCO ESTA CRÓNICA COMO HOMENAJE A LAS MADRES Y LAS MADRES DE LAS MADRES DE TODOS NOSOTROS
La Milagrosa, Cementerio de Colón
La Habana
Decía
la Señora
Valeriana Quincoses que de jodío palante no hay mas
pueblo. A la Señora Valeriana le pusieron ese
nombre en honor a Valeriano Weyler, un
general español hijo de puta que inventó la re concentración en Cuba.
Esa
reconcentración de los moradores del campo cubano hacia la ciudad provocó la
muerte por hambre y enfermedades de miles y miles de isleños.
LA RECONCENTRACIÓN DE l998, en Cuba, fue el antecedente de los campos de concentración hitlerianos donde murieron millones de personas.
Valeriana decía
también que del fondo del pozo hay que seguir cavando. Nunca pesó mas de noventa libras y parió 14 muchachos y crió 4 sobrinos. Vivió hasta los noventa y seis años y
cocinaba los frijoles negros y el fricassé de pollo o de conejo mas sabroso que
se haya comido sobre la tierra.
Nací la noche en que mi familia
escapaba del pueblo de Mayajigua. Nos habían reconcentrado allí por órdenes
del generalísimo Weyler. Tuvimos que abandonar todo allá en el campo. Ni
colador de café, ni tibor, ni un suspiro
cristiano nos dejaron llevar para el pueblo de Mayajigua.
Estábamos allí
muriendo de nuestra miseria y por eso los hombres de cuatro familias reunieron
sus mujeres y prepararon la fuga hacia nuestro campo.
Era el monte nuestro y de
los Mambises. Monte virgen y selva
virgen porque allí estaba la vida.
Escapamos de Weyler y de sus españoles y
nos unimos a otras familias que
luchaban por sobrevivir.
Mientras caminaban en la oscuridad del
tiempo pasado, entre quejas amortiguadas y efluvios de sangre nació esa noche
la vieja Bisabuela de Rogerio Ignacio y de Yamilet y recontratataraabuela de
Daniel, la madre de Lila, la vieja Cusa, esposa de Lorenzo y prima de su marido
hasta la muerte de ambos.
Ella nació en la noche. Su madre murió en la madrugada.
Entonces la vieja, que no vieja
para la fecha, sino bebé recién parido, gritaba de hambre y podía denunciarlos
a todos ante las fuerzas españolas.
Una vejiga gritona que va a lograr que nos
liquiden los españoles antes de que salga el sol. Decidieron matarla.
Era fácil resolver el
problema, taparle la boquita con un paño
a la vieja, la madre de los 14 hijos
y los 4 sobrinos, mi abuela, la abuela de 64 nietos y dejarla
morir con un mínimo de pataleo y esas formalidades de la asfixia.
Era la orden breve del jefe de la
partida. Siempre breve esa jodida orden.
Pero una señora de grandes tetas
y pañuelo a la cabeza, tía de la criatura sentenciada, dijo no, de eso
nada, no la maten, yo llevo una chiva recién parida de ayer y ya nos comimos el
chivito.
Préstenme a la niñita a ver si quiere mamar de la teta de la
chiva que está que revienta de leche, y si se calla la vamos criando.
Si usted lo dice,
Doña, juegue esa carta ya mismo. Pero si escucho otro grito de la vejiga vengo
con el machete y zas que dios me perdone. No me voy a dejar joder por los malditos españoles de ninguna manera. Andando. Antes que el sol nos mire a la cara
tenemos que estar en la cueva del Gato.
¡Qué jefe tenían esos guajiros!! El Jefe
es Jefe aunque tenga que arrancársela a
una criaturita acabada de nacer!
Como yo era
hembra la pérdida no sería gran cosa. La chiva vale lo que valga su leche y lo
que valga su cría. Y yo ni daba leche ni tenía cría. Gritar y joder era lo
único que yo hacía en ese día por la noche.
Dios y mi tía me salvaron y yo les
he pagado bien. A mi tía le cerré los ojos y la cuidé como a madre toda su
vida.
A Dios le he dado 14 hijos buenos y 4 sobrinos buenos. Con la ayuda de Don
Lorenzo, eso sí. Pero lo que cuento vino mucho luego. La noche que nací era oscura y de agua.
Valeriana fue puesta bajo la
teta de la chiva y se aferró a la teta y a la vida con la perseverancia de la
hiedra y mamó y mamó hasta que se durmió narcotizada por los olores de la
chiva y por el golpe proteico de la leche salvadora.
Todos se alegraron. Ninguno
quería matar a la bebita. El Jefe de la partida dijo durante el café de la
mañana, póngale Valeriana, porque esa niña es peor que Weyler.
Así le pusieron
de nombre a la vieja Cusa, la nombraron Valeriana Quincoses.
Y la columna de guajiros
escapados de la re concentración, con Valeriana la mamadora de teta de Chiva, la sobreviviente, continuó internándose en la umbría
cubana.
Estos escapados de la muerte eran
guajiros humildes, desconocidos de la historia. No eran romanos ni la chiva era
una loba ni, los pobres olvidados, tuvieron su Virgilio.
Ellos sólo heredaron,
a plenitud y en común, el miedo a la muerte, la angustia que invade el alma del
que lucha por su supervivencia.
Heredaron las pequeñas multitudes de tonterías
diarias de los abandonados de la fortuna.
Que si no hay fuego. Que luego de ocho
horas de marcha no hay nada que poner sobre el fuego y no hay fuego. Que hay
millones de mosquitos. Que las heridas se pudren en las piernas y los brazos y
los pies. Que amenaza lluvia y no existe un techo para esconderse.
Mi abuela viene de allí. Yo soy
heredero directo de la chiva lechera y de las yagas. No sé nada de lobos y leí
a Virgilio cuando ya Valeriana era una abuela de sesenta nietos y una tía de decenas
y decenas de sobrinos.
Una semana después de aquella noche de
escapadas y angustias de muerte, la columna de guajiros llegó a la ciénaga del
río Los Perros, donde se abría hacía la entraña de la tierra la Cueva del Gato.
En una hora capturaron doscientos cangrejos.
Tres horas mas tarde comían harina de maíz y cangrejos cocidos en agua salada.
Ambrosía sin vino. Los romanos tomaban vino mientras fundaban Roma. Valeriana y
sus salvadores comían harina con cangrejo y tomaban agua clara del río Los
Perros. Una guerrilla de cubanos traidores los
atacó en medio del sueño espeso de la digestión.
La guerrilla entró por la
trocha abierta entre el jucaral y mató a tres negros, le abrió la panza a una
mula cargada de enceres de cocina, degolló limpiamente al tocador de guitarra
que no sabía cantar.
Quedó muy sorprendida de la respuesta eficaz de los
guajiros que contraatacaron con machetes y palos, apoyados por las mujeres que
lanzaban bolas de fango negro y muelas de cangrejo jodiendo e hiriendo a los
hombres de la guerrilla.
Valeriana berreaba y pataleaba
mientras el combate entre su gente y la guerrilla dominaba la tarde.
La chiva, que no loba, acostumbrada a
darle su teta al chivito berreador que pateaba y pateaba, vino hasta ella y
apoyó su enorme teta en la cara de Valeriana. Gritos, disparos,
imprecaciones y alaridos de moribundos rodeaban aquella escena de
amamantamiento ancestral.
Daniel, Rogerio Ignacio, Yamilet, Lila
la hija de Valeriana, que es mi mamá, yo, Pepe Lorenzo el gordo, Belica la sufrida, venimos directamente de esa sangre humilde
fortalecida por la lucha de la supervivencia, desconocida, oculta en la bruma
del tiempo.
Nuestro tiempo no es insigne ni romano, pero es tan buen
tiempo como el que más.
En cuarenta minutos los atacantes ya
sabían que estaban perdiendo la batalla. Dos muertos, tres heridos revolcándose
en el fango negro de la ciénaga.
Algunos caballos sueltos, temblando, sin escapar
del campamento. Las bolas de fango y el machete irredente cortando carne y
cuero de monturas. Se van de escapada los guerrilleros de la guerrilla por la
misma trocha que los condujo hasta la partida de cubanos. Luego se hace silencio. El sol alumbra al campamento.
El silencio
posterior al combate y al miedo a la muerte duele, pesa, cruje en los huesos,
saca las lágrimas.
Me arriesgo a asegurar que las lágrimas de Eneas y de Remo
eran idénticas a las lágrimas de Valeriana o de la tía gorda tetona que la
duerme entre sollozos silentes.
Son las mismas lágrimas de Yami y de Rogito y
de Daniel. Mis lágrimas se secan sobre las mejillas y tienen que ser
iguales, no cabe duda, similares a las viejas lágrimas ancestrales de todos los
que evocan.
Hermano esa original manera que tienes de narrar las historias, hacen que la mente vuele y se imagine cada lugar cada expresion en los rostros de los personajes, buen homenaje a las madres que decienden de ese linaje, sobre todo viniendo de ti, un abrzo
Hermoso relato. Has hecho escapar mis lagrimas, esas que son iguales a las de Yami, a las de Daniel, y a las tuyas. Bella celebracion de la fuerza del espiritu sobreviviente. Un beso y un abrazo
Hermano esa original manera que tienes de narrar las historias, hacen que la mente vuele y se imagine cada lugar cada expresion en los rostros de los personajes, buen homenaje a las madres que decienden de ese linaje, sobre todo viniendo de ti, un abrzo
ResponderBorrarHermoso relato. Has hecho escapar mis lagrimas, esas que son iguales a las de Yami, a las de Daniel, y a las tuyas. Bella celebracion de la fuerza del espiritu sobreviviente. Un beso y un abrazo
ResponderBorrarUn saludo a todas las valerosas madres cubanas,venimos de todas esas abuelas que han hecho nuestra historia, un abrazo.
ResponderBorrarMayda