viernes, 11 de octubre de 2013

LO DESCONOCIDO ES LA POESÍA DEL UNIVERSO


La muerte insólita del estudiante cubano Carlos Aguirre y Sánchez, atravesado por el estoque de un torero en una plaza taurina de España, es recordatorio permanente de la vigencia incuestionable de lo desconocido.

 

Isadora Duncan, que murió ahorcada por su bufanda incomprensiblemente atascada en la rueda trasera de su covertible;  el poeta griego Esquilo,  que lo mató una jicotea caída del cielo;  el espía y policía Allan Pinkerton, el escritor norteamericano Sherwood  Anderson. Enrique I de Castilla murió de una pedrada jugando con unos amigos;  Agatocle, tirano de Siracusa se atragantó con un palillo de dientes, Surinder Singh Bajwua uno de los grandes líderes del pueblo Indio, fue pateado en el trasero por su mono mascota y cayó desde una ventana para ingresar al Olimpo de lo desconocido.

 

La lista es larga. Si conociéramos los nombres de cientos y miles de ilustres desconocidos que han sido víctimas de lo insólito casual, posiblemente tendríamos que afirmar que lo insólito es común.

 

Tremendo contrasentido.

Es que lo inesperado es la nada de lo comprensible. Diríamos que es un agujero negro en el diario acontecer del ciudadano común.

 

He tenido que confeccionar centenares de planes de trabajo a lo largo de mi vida. Meticulosos razonamientos y cálculos cuidadosos estudiados por mi y mis colaboradores. No recuerdo uno sólo que haya sido cumplido al ciento por ciento. La mayoría se cumplen parcialmente. El gerente del banco no llegó el miércoles de su viaje al exterior. Una tormenta de agua, rayos y truenos se desencadenó sobre la ciudad y estuvimos detenidos en la cafetería donde almorzábamos.

 

Las batallas más famosas se han ganado o perdido como consecuencia de lo insólito casual. Una gran batalla de Alejandro, que estaba por perderse, se transformó en una victoria rotunda por la llegada oportuna de miles de soldados de refuerzo que venían de Macedonia. Como si hubieran sido mandados del Vedado a Miramar, en La Habana, cuando la realidad es que tuvieron que recorrer miles de kilómetros. durante meses, a pie, para llegar a las 3 y 25 de la tarde, diez minutos antes de que Alejandro Magno hubiera sido derrotado.

 

Lo insólito cambió la historia humana. El no hubiera sido grande, los Griegos no hubieran invadido Persia y nosotros hoy no cocnoceríamos los Pistachos de Bagdad.

 

Entonces yo perdono a los racionalistas, los Apolíneos. Su meticulosidad matemática, agena   a mi irracionalidad  Dionisíaca, está tan expuesta a lo insólito y a lo desconocido,  como mi caos universal y militante.

 

 Ellos no lo saben, pero lo ignoto, lo inesperado invade y contamina todos su razonamientos matemáticos, toda su lógica planificada.

 

Hermanos, dejémonos de bobadas, lo desconocido es la poesía del universo.


moya/2013

valencia


 

1 comentario:

  1. LO voy a seguir leyendo. Es interesante su escritura y tiene poesía.
    Veré de cuál lado está el deber para ud.

    Saludos.

    Milady.

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