martes, 23 de julio de 2013

¡QUÉ ALEGRÍA!¡SOY HUMANO!¡ME EQUIVOCO!!



ERRORES QUE ME UNEN A BUENOS AMIGOS



El buen amigo y mejor periodista y escritor  Jorge Dávila; y el profesor laureado y premiado y ex amigo mío calvo y jodedor, Luis Sexto, que con tantos premios vive en el Olimpo, ambos dos,  me han ayudado a rectificar errores publicados en la crónica sobre Carlos Aguirre y Sánchez.


PRIMERO.-  El joven estudiante no murió en Las Ventas, Madrid. Murió en Bayona, otra plaza y otro pueblo español.


SEGUNDO.- El pobre elegido por el infortunio tuvo decenas de suertes adversas dirigiendo su destino. Era rico y podía viajar a cualquier lugar del mundo sin necesidad de esperar un premio. 

Podía haber visitado la corrida dos días después y prefirió ese cartel.

La luneta donde estaba sentado se la cedió a una dama segundos antes de que el toro se sacudiera y

lanzara el estoque. Carlos se sienta en su nuevo lugar orgulloso de su caballerosidad. El estoque debía haber matado a la dama. Los hados decidieron romper el corazón de Aguirre.


Reproduzco parte de una narración escrita por el periodista Luis Sexto en LA PALMA DE LA MANO,

columna de Luis que aparece en el blog  CUBAHORA. La crónica, muy bien escrita, fue publicada en el año 2012

 

 

El premio por sus méritos estudiantiles consistió en un viaje por Europa. El 2 de septiembre, en la plaza de toros de Bayona, el matador se disponía a concluir la faena. Los espectadores callaron. Casi se escuchaban los bufidos del toro. Sus pesuñas delanteras ahuecaban el suelo.

El torero alineó la espada a la altura de sus ojos.

El arma, delgada y puntiaguda temblaba en el aire ante de ir hacia el blanco.

En las gradas, Carlitos Aguirre se levantó y cedió su asiento a la joven norteamericana que lo acompañaba.

Ella había dicho: “Me molesta el sol…”

La espada entró en la testuz del toro.

Carlitos ocupó el puesto de la señorita Straus.

La bestia sacudió la cabeza…

El hierro se desprendió como si un arco tan tenso como la cólera la hubiese disparado. Y desde su nueva posición, segundos antes de morir, Carlos Federico Aguirre y Sánchez permaneció alelado, mirando aquel proyectil que en el rebrillar de su parábola sintonizaba el pecho del joven, entre miles de cuerpos suspendidos en un grito de sorpresa y miedo.

Creyente en el destino, según confesó en un libro de viajes publicado hacia sus veinte años, presumiblemente comprendió, como en un golpe de aire, que el nuevo asiento le había sido destinado por inexplicables engarces de las acciones humanas, sin que ya nada pudiese alterar la orbita de un recorrido que se escurriría con su sangre...

 

 

EL OBJETIVO DE MI CRÓNICA ERA CONVERSAR CON NERUDA SOBRE LA SUERTE Y OTRAS CASUALIDADES.

MI EJEMPLO HABÍA QUEDADO CORTO. AGUIRRE TUVO TANTA MALA SUERTE, QUE TIEMBLA EL MATERIALISMO  MÁS ARRECHO QUE SE PUEDA IMAGINAR.




moya/20123

valencia

 


















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