CRÓNICA FUERA DEL GHETTO (ONCE)
RECORRIDO, OBLIGADO, DE SUPERVIVENCIA COMERCIAL.
Salimos vía Avenida Zuloaga hasta las canchas de basket y luego Autopista Nacional. Vías despejadas. Un camión o gandola quemado cerca del acceso al gran Centro Comercial Zambil.
Aire fresco y sol de verano. Enorme fila de clientes a lo lejos esperando la apertura de otro centro comercial cuyo nombre no recuerdo.
Viajamos libremente. Vilbao y yo en el viejo Lumina. Tengo encuentro importante con mis jefes en Maracay. Estamos obligados a pensar en el futuro.
Allá en la variante intercomunal San Diego y Autopista Nacional, junto a un elevado en construcción, vemos los restos de una barricada con señales de incendios de cauchos y madera. Carros de la guardia nacional, cargadores frontales, una grúa, dos camiones cargados de escombros que se alejan lentamente.
Despejar esta vía ha sido un trabajo duro y costoso, no me cabe dudas. Despejar las barricadas, las guarimbas y obstrucciones de todo el país va a costar millones, y mucho tiempo.
Hasta Maracay, hasta el Centro Comercial 19 de Abril, ha sido el viaje a otro mundo. La ciudad vive una mañana de verano y calor aparentemente normales. Los comercios están abiertos y veo clientes.
El Señor Moreno y el Señor Antonio trabajan, trabajan, trabajan.
Para llenar mi tiempo y espantar el aburrimiento converso con dos señoras que viven en La Victoria. Salieron en su camioneta y el viaje fue tranquilo. Ambas escogen mercancía al mayor para sus tiendas. Hubo un par de peos allá pero hoy todo estaba tranquilo.
Nos reunimos los interesados en la oficina de el Señor Moreno. La reunión es agria. Nos acusamos mutuamente, como Maduro y López. Estoy al construir mi propia barricada y largarme hacia mi cueva lejana allá en Valencia.
Finalmente conseguimos acuerdos e intereses comunes. Vamos a trabajar para sobrevivir. Pienso que nosotros cuatro somos más racionales que nuestros gobernantes.
Las dos de la tarde. Rodamos velozmente hacia nuestras querencias. El Lumina se apaga cada cinco kilómetros. Ni Vilbao ni yo tenemos la más puta idea de qué coño le sucede al maldito carro. La autopista despejada, acuerdos de trabajo conseguidos, tranquilidad circundante y este vehículo pendejo quiere jugarnos una broma macabra.
Logramos llegar a Valencia. Logramos entrar a la estación de servicios de El Trigal. Pelamos la calle de acceso que sube hasta el cerro y nos lleva a nuestro hogar dentro de el Ghetto.
La maldita tranca y el verano y el Lumina se apaga y se apaga. La tarde va llegando. Con la tarde aumenta el peligro de enfrentamientos.
Uno se acostumbra a todo en la vida. Resulta que añoramos nuestro Ghetto y la mesa en la panadería y hasta las explosiones lejanas que hoy no se escuchan.
El recorrido extra territorial ha sido muy aleccionador. No es toda Venezuela la que protesta, ni siquiera es la mayoría. Somos parciales en nuestras valoraciones, uno juzga por lo que ve y siente, incluso, nuestros juicios se contaminan con nuestros deseos. Porque en este mundo sin par, nada es verdad ni es mentira, todo es según del color, del cristal con que se mira.
moya
valencia
2014
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